Las rosas que me diste por una noche, se secaron tan pronto llegué a casa, luego de dejarnos en la glorieta a Juárez.
No tengo forma de justificarme, fue algo que pasó, algo que quisimos que pasara, sin pensar.
Y pasé la noche contigo, la mañana, despeinados, enjugados, y con la mirada perdida, quién sabe dónde.
Se marchitaron, como mi ojos al mirarte, como el amor que olvidaba en ese momento, las flores, las promesas que caen pétalo a pétalo.
Si dejaran semilla, tiraría sus restos, los enterraría junto a nuestras plantas, que alimenten el tallo y te olvide hasta el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario